Colección: Rangún

Esta serie de pinturas nace de un vínculo profundo con Myanmar, un país donde viví durante dos años, en Rangún, la antigua capital. Pasé la mayor parte de mi tiempo en esta ciudad vibrante, recorriéndola, perdiéndome en su bullicio ruidoso, en sus calles atestadas de vida, entre mercados, templos y avenidas donde lo sagrado y lo cotidiano se funden a cada paso. Aunque también viajé por otras regiones del país, fue Rangún —con su ritmo incansable y su energía desbordante— la que dejó una huella imborrable en mí.

Las obras reunidas aquí capturan fragmentos de esa experiencia. Algunas presentan composiciones caóticas, donde las formas serpentean y se entrelazan, reflejo de la vibrante confusión que respiré en cada esquina. Otras son escenas más contenidas: pequeños motivos que me sedujeron, personas solitarias inmersas en su mundo, momentos suspendidos en medio del movimiento constante.

Myanmar es un país donde la religión y la vida diaria se entrelazan de manera inseparable. Su gente, de una simpatía y amabilidad excepcionales, su comida intensa y sabrosa, el caminar entre pagodas milenarias... Todo en Myanmar invita a una inmersión profunda, donde el tiempo parece al mismo tiempo acelerarse y detenerse. Estas pinturas no buscan describir un lugar, sino invitar a sentirlo: su caos vibrante, su serenidad antigua, su humanidad luminosa.