Bodegones mix carboncillo, Conté y pastel

Esta serie de bodegones nace de una observación inquietante y cotidiana: la acumulación de objetos que, una vez cumplida su función, parecen condenados al olvido.
Botellas vacías, bolsas arrugadas, lápices gastados, latas abolladas... elementos humildes que han perdido su utilidad inmediata, pero que aún conservan una presencia propia, una belleza inesperada.

Quise detenerme en ellos, mirarlos sin prisa, reconocer en sus heridas, en sus formas deformadas, en su desgaste, una estética silenciosa. No es una belleza pulida o brillante; es la belleza frágil de lo que ha vivido, de lo que se resiste a desaparecer del todo.

Trabajé cada pieza con una técnica contenida, directa, dejando que el trazo expresivo, el color roto y la materia revelaran ese equilibrio precario entre existencia y abandono.
Más que representar objetos, busco que estos bodegones sean una meditación visual: ¿Qué queda cuando lo útil se agota? ¿Qué historias siguen hablando a través de los restos?

En estos escenarios detenidos, lo cotidiano se convierte en metáfora.
Una metáfora de nuestro tiempo, de nuestra forma de consumir, de olvidar, y también —paradójicamente— de seguir buscando sentido en lo más mínimo.